Tres generaciones siendo testigos de los cambios en la ciudad
Café La Dársena es uno de esos cafés que perviven en la ciudad de A Coruña, en el famoso Paseo de La Dársena. Ya son tres generaciones las que atestiguan este emblema herculino.
Allá por el año 1974, Andrés Espasandín, al poco de llegar de emigración en Buenos Aires, donde tuvo cierta experiencia en el mundo de la hostelería, tomó las riendas de varios locales de la ciudad, entre ellos La Dársena, que, a principios del siglo XX, había sido un taller de reparación de embarcaciones pesqueras y carruajes, para convertirse en una taberna portuaria en la década de los cuarenta.
Durante todos estos años, desde La Dársena se han podido ver algunas de las imágenes que definen la ciudad: las galerías de la Marina, los barcos del puerto, los trolebuses que circulaban por Puerta Real…
Era una zona privilegiada y La Dársena pasó de ser una zona humilde con sus astilleros, a ser un punto muy frecuentado por la aristocracia herculina, artistas, escritores… y fundamentalmente altos cargos militares por la proximidad del local a la Comandancia.
A día de hoy, Jorge junto a su hijo también Jorge, está al cargo del café, que tiene como uno de sus principales activos una privilegiada terraza en uno de los emplazamientos más espléndidos de la ciudad herculina.
En su interior se ha perdido protagonismo de inolvidables tertulias y juegos de mesa.
No obstante, en el local se mantiene la esencia de aquellos primeros años y sus incondicionales no dudan ni un momento a la hora de decir que es el café por excelencia de A Coruña. Sirvan como ejemplo algunos de los veladores de madera, junto a las ventanas que soportan mesas octogonales y se conservaran de la apertura original. Estos muebles fueron elaborados por un famoso ebanista de la ciudad, así como algunas de las sillas que perviven, originales de la fábrica de Ricardo Cervigón Guerra, consideradas auténticas obras de arte y es precisamente desde ese momento cuando la rehabilitación del establecimiento se ha convertido en un estandarte.
Es el caso de la barra, restaurada de forma original tras unas demoledoras humedades, o los suelos renovados con un sistema hidráulico a imagen y semejanza de los originales, siguiendo la idea del arquitecto Juan Tejedor.
La gran altura de los techos y los enormes ventanales inundan de luz atlántica el interior de La Dársena, desde donde pueden disfrutarse las típicas galerías de la Marina y que dan el sobrenombre de “ciudad de cristal”, A Coruña.